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Me gusta el reggae

Ha pasado ya un buen tiempo desde mi viaje a Europa. Agosto del 2024. Primer viaje de exactamente un mes. Partimos el 1 de agosto de Lima y regresamos el 1 de setiembre desde Madrid. Hablo en plural porque el viaje no lo hice sola, me acompañó mi novio. Y digo me acompañó porque no fue un viaje que planeamos juntos. Primero lo planeé yo y luego por cosas del destino, el se sumó. Cuando pensé en ir al festival no éramos novios. Este viaje nació de mis ganas de cumplir un sueño: ir al Rototom Sunsplash, el festival de reggae más grande del mundoooo.


Los que me conocen saben que me encanta la música reggae, así que como hace ya bastante tiempo que no me iba de vacaciones ni a Chosica, y con la noticia de que podíamos retirar nuestro AFP, no lo dude, y me dije: voy a hacerme este regalo. Y como soy perfecta para NO ahorrar, pues todo encajó.


Haré un salto en el tiempo, sino esta historia se haría muy larga. Y, personalmente, prefiero los relatos cortos.


El viaje lo iniciamos en Madrid, visitando familiares, luego nos fuimos a Portugal, full playas, increíble, Murcia, Alicante…hasta que finalmente el 16 de agosto llegamos a Benicássim, en Valencia, donde desde hace ya bastante años se viene realizando el festival.


Veníamos ya de muchos días de viaje y cambios de air bnb, buses, tren, carro, asi que mis ánimos creo que no eran los mismos desde que lo pensé en Lima. Quiero decir que ya no me sentía extremadamente emocionada, solo expectante. Además, habíamos alquilado carpa para los días de festival, lo cual de por si no me motivaba demasiado. Nunca he sido una chica aventurera de campings la verdad. Pero era la opción más económica, y casi la única porque cuando compramos las entradas ya toda la zona estaba reservada y ya no habían ni hoteles cercanos libres.


Desde que nos subimos al tren desde la ciudad de Valencia pudimos reconocer a varios turistas y personas que iban al festival. Me sorprendió mucho una señora que llevaba en su mochila colgada como 15 pulseras de las ediciones anteriores. ¡Qué fan! Pensé.

Cuando bajamos en la estación la gente aplaudía y se empezaba a mover como en caravana o esperaba a los buses que te trasladaban hasta el camping del festival. El calor era tremendo.



Nosotros tomamos el bus y cuando llegamos era un lugar como descampado apartado de la zona céntrica, muuucho calor, piso terroso y había que caminar un tramo hasta llegar al camping; y finalmente, cuando llegamos, hacer cola para que nos asignaran la carpa.

Lo más insoportable era la espera y el calor. Llegamos a nuestra carpa cogimos nuestra toalla y ropa de baño y nos fuimos a bañar a las duchas comunitarias, una cosa bastante hippie pero bien resuelta la verdad. Ya frescos nos fuimos a recargar las pulseras con varios euros para comprar comida y bebidas. Bastante práctico y avanzado todo.




Finalmente entramos a la zona del festival y se abrió un mundo que parecía un parque de diversiones de reggaelovers, la decoración, los murales, los espacios, los escenarios, las carpas de comida y souvenirs soñados para todo fanático del festival y el reggae. Me quería comprar todo y nos compramos casi todo, polos, toallas de playa, llaveros, lentes, encendedores, magnéticos, tooodo.




La cerveza te la servían en distintos tamaños y como buen festival sostenible debías reciclar los vasos, no era precisamente barata, unos 3 euros el vaso más pequeño.

Algo que me sorprendió mucho fue una zona que decía Reggae University, un espacio de charlas y conferencias con diversos representantes, productores y gestores de la industria reggae.



El escenario principal era realmente gigante, y las personas se iban ubicando poco a poco desde temprano para estar adelante, varias personas llevaban banderas de sus países.

Mi novio y yo llevamos una de Perú también por supuesto. Y fue la única que vi en todo el festival. Al menos los tres días que estuvimos que fueron los 3 primeros días porque el festival dura 6 días, y según los registros llegan hasta 200,000 personas de todo el mundo. Nos encontramos a un peruano entre la multitud, pero ya ni recuerdo de qué hablamos.



El primer día estuvimos paseando de escenario en escenario según las bandas que queríamos escuchar, obviamente y, lamentablemente, era imposible ver todo lo que había. Sí o sí tenías que escoger qué ver y qué perderte.

No solo habían dos escenarios de conciertos sino zona de dancehall y otra de dub, ambas géneros me gustan también pero pasamos solo un ratito como para probar un poco de todo, realmente nos faltaban horas al día, la programación de actividades y cosas que hacer y ver era infinita.

Algo que también me encantó del festival es la variedad etaria de la gente que asistió gente joven pero también mayor, y familias con niños muy pequeñitos también. Pues había juegos, presentaciones de circo, dibujo y muchas actividades para los más peques.

Ojo, voy contando en desorden porque ya pasó algo de tiempo y los recuerdos van y vienen.




El primer día resistimos hasta ver todo lo que queríamos arrancamos con Andrew Tosh, Romain Virgo, Mo Kalamity y cerró brutalmente con Alpha Blondy, que ya lo había visto en Lima hace muuuchos años pero su show y dominio del público fue de otro nivel.




Al día siguiente nos preparamos para ir desde temprano a la playa, pues era el plan que todos hacían ya que los conciertos empezaban a eso de las 6 de la tarde, así que salían buses que te dejaban en un punto de la zona de playas. Es más, el propio festival tenía una zona con chiringuitos, o sea puestos de venta de comida y bebidas y con jam y shows. Las playas no eran las más paradisiacas de España pero estaban limpias y no eran nada bravas, así que podías estar un largo rato en el mar. Además, el agua era tibia a comparación del frío mar peruano.



Ese segundo día escuchamos a Black  Uhuru, Gladiators & The Congos y Iseo & Dodosound (a estos últimos también los había visto en Málaga cuando viví en España). Creo que lo más paja de un festival es tener a tantas bandas que te gustan juntas, una de tras de otra pero, nuevamente, no sé si son los 30´s pero los pies y la espalda me mataban de tantas horas parada.



El tercer día quizá uno de los momentos más esperados fue poder escuchar en vivo el tema Freedom Takin Over de Groundation, esa sensación de cantar a todo pulmón un tema que has coreado y repetido cientos de veces por tu celular es increíble. Y pensar en todo momento: carajo, cómo me gusta el reggae.



Después de tres días intensos de vivir en la playa, dormir en carpa y calor de 35 grados. Al día siguiente, con muy pocas hora de sueño nos fuimos muy temprano a la mañana para tomar el tren que nos llevaría a Barcelona.


Estoy eternamente agradecida con mi novio porque sin él, ir a este festival no hubiera sido lo mismo. Probablemente ni me hubiera animado a ir sola al final. Aunque no es fan del reggae estuvo a mi lado viviendo cada momento, tomándose una chelita con la mejor onda y como buen gestor cultural anotando todo lo positivo de tan buena organización.




Olvidé comentar que el festival tiene 29 años realizándose. Ah y también tienen una zona de lockers con clave donde además puedes cargar tu celular, por supuesto todo cuesta, pero han pensado en todo.



En resumen, mi primer festival de música no pudo ser mejor, cumplí un sueño con la mejor compañía posible. Me encantaría regresar en unos añitos y seguir viendo cómo puede seguir evolucionando un proyecto cultural tan exitoso y con un público totalmente fidelizado.


¡Gracias Rototom! 




 

 

 


 
 
 

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